Equilibrio energético
Estado energético en fibromialgia y fatiga crónica
En el artículo anterior describimos y explicamos estas dos patologías con una visión integrativa. Pero un concepto clave, que se merece un artículo, es el estado energético de estas personas.
La fatiga y el cansancio son dos síntomas comunes en estos síndromes y es necesario comprender qué procesos pueden ser los causantes de esta falta de energía tanto a nivel neuronal como celular y tisular.
Os planteamos un recorrido energético donde iremos enfocando desde una perspectiva global hasta la celular:
El cerebro será el encargado de recibir información sobre los niveles de energía de cada órgano o tejido y, según sus necesidades, enviará las señales para su distribución.
Pero ¿qué sucede cuando sufrimos una lesión, se daña algún tejido o tiene algún requerimiento específico?
Este reparto de la energía por parte del cerebro no se podrá hacer de forma equitativa, ya que habrá que reparar y restaurar el tejido y habrá funciones u otros órganos que van a sufrir un descenso energético. Si esta descompensación energética es temporal, no pasa nada, pero el problema vendrá cuando se mantiene en desequilibrio durante mucho tiempo.
¿Cómo se reparte la energía en los diferentes órganos?
Hay 5 órganos y un tejido que requieren el 80% de la energía basal: hígado, cerebro, músculo, intestinos, corazón y riñones.
Pero hay uno que será prioritario y necesitará todos los recursos disponibles cuando se activa: el sistema inmunitario.
Hará falta toda la energía disponible para combatir una infección, intoxicación, inflamación... será primordial para nuestra supervivencia.
Pero, ¿y cuando estos procesos no se resuelven correctamente o la causa no desaparece?
Sería el caso de una degeneración osteoarticular en la espalda, un síndrome metabólico, una patología crónica que comprometa el aparato digestivo (estómago, hígado, intestinos) o un estrés cronificado.
La energía estará desplazada hacia el sistema inmunitario y, este hecho podrá causar una destrucción muscular y una alteración del resto de funciones (reproducción, digestión, destoxicación, conexiones neuronales).
AAparecerá una inflamación sistémica de bajo grado y una neuroinflamación que causará un cambio de conducta alimentaria, de movimiento y de relaciones sociales. El cerebro no tendrá suficiente energía para dar las órdenes correctamente. Esta inflamación y activación inmunitaria harán disminuir el pH del medio interno y los tejidos se volverán más ácidos. Este hecho supone un riesgo elevado de ruptura, por lo que, el cerebro dará la orden de inmovilizar la zona con la aparición de la FATIGA.
A nivel celular, nos encontramos que estos síndromes tienen un mal reciclaje de las moléculas de ATP (fuente primordial de energía), por lo que, sus recursos para obtener energía son más limitados y menos productivos.
También sufren una disfunción mitocondrial, es decir, que la estructura dentro de la célula encargada de fabricar energía no funciona correctamente y, en vez de obtener 36 ATP (condiciones fisiológicas), consiguen sólo 2. Y además, acumula metabolitos tóxicos, como el amoníaco y el ácido úrico.
¿Qué podemos hacer para mejorar la calidad de vida en estas situaciones?
Mejorar la salud neuronal, controlando los niveles de estrés, de serotonina y la calidad del sueño.
Mejorar la salud digestiva con una alimentación antiinflamatoria, una correcta microbiota intestinal y una buena destoxicación hepática.
Controlar el sistema inmunitario con unos buenos niveles de vitamina D, glutamina, zinc y vitamina A.
Mejorar la salud de la espalda.
Incorporar movimientos y actividad física adaptada a cada persona.
Recuperar la energía con suplementación rica en ubiquinol, magnesio y jalea real.